En 1785, en el barrio parisino de Javel, el químico Claude Louis Berthollet descubrió una sustancia con increíbles propiedades blanqueantes. Gracias a ella cualquier tela o papel podía ser decolorado a niveles antes imposibles. La llamó eau de javel (agua de javel), en honor al lugar donde había sido descubierta. Hoy la conocemos como lejía...
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